«¡dios mío!, ¡nos están fumigando!» – dESMONTANDO LAS ESTELAS QUÍMICAS O «CHEMTRAILS»
Zaragoza a 28 de febrero de 2024
Las estelas de condensación, esas largas estelas que algunos creen son algo más que simples cristales de hielo, producidas por los motores de los aviones, han desatado un sinfín de teorías conspirativas. ¿Realidad o paranoia?
Juan Luis Díez, director general y piloto de AIR HORIZONT, nos da su visión experta sobre este controvertido tema.
Con 35 años de experiencia en aviación, Juan Luis desmitifica este fenómeno desde su conocimiento profesional, abordando las pruebas científicas y los argumentos sin fundamento que rodean a este tema tan debatido.
¿Qué hay detrás de las estelas químicas?
Descúbrelo en este artículo de la mano de un experto en la materia.
Las teorías de la conspiración en la aviación
Existen varias teorías de conspiración que involucran a la aviación. Las más famosas tienen que ver con los extraterrestres de Roswell o los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001.
Sin embargo, hay una teoría de la conspiración que tiene una relevante cantidad de «creyentes», y que es fácilmente refutable con las simples leyes de la ciencia.
Se trata, por supuesto, de las estelas químicas, también conocidas como «chemtrails».
Aquellos que suscriben la teoría «Chemtrail» creen que toda la industria de la aviación, militar y civil, tiene la tarea promovida por malvados gobiernos mundiales de rociar nubes artificiales muy por encima del suelo, en nuestra atmósfera, con la intención de alterar nuestro clima o inocular a la población drogas inhalables con aviesas intenciones.
¿Qué tal si explicamos todo este asunto de las estelas químicas después de todo?
Ciencia e historia
Desde luego que personalmente, estoy muy lejos de ser un experto en química, pero basta informarse un poco, tarea muy asequible hoy día, algo de aerodinámica, atmósfera y motores de aviación, para tener una explicación bastante acertada sobre el origen y formación de las estelas de condensación – que es de lo que estamos hablando – y otras sub-especies similares, que alimentan la conspiración.
Cuando se quema un material orgánico, se producen diferentes compuestos: hollín, humo y diversos óxidos. Lo que se produzca variará según el material que se quemó y el proceso en el que se quemó. Sin embargo, hay dos cosas que son generalmente universales en la quema de materia orgánica; agua y dióxido de carbono.
Generalmente, ninguno de estos se puede ver a simple vista a menos que las temperaturas sean frías y se condense en vapor de agua visible. Esto es común en las chimeneas, los tubos de escape de los automóviles o incluso en el aliento, en los meses de invierno.
Un motor de gasolina genera aproximadamente un litro de agua por cada litro de gasolina consumido. Cuando se apaga el motor, el agua restante oxida el escape y los cilindros del motor. Esto limita la vida útil del sistema de escape y del motor, pero no es un problema importante y se acepta como parte del proceso normal y del ciclo de vida del motor de combustión interna.
No es una estela química: las estelas de vapor salen de los cuatro motores Wright 1820 de estos bombarderos B-17 durante la Segunda Guerra Mundial.
Este agua, aparentemente inocua, se volvió letal en la Segunda Guerra Mundial para las tripulaciones de los bombarderos sobre Europa. Los cuatro motores turboalimentados Wright del B-17 – en la foto-, le permitieron elevarse por encima de los 30.000 pies. El escape húmedo de los motores se congelaba rápidamente en el aire a -40 grados centígrados (las temperaturas son significativamente más frías al aumentar la altitud), dejando largas nubes blancas detrás de los bombarderos que indicaban su presencia y ubicación precisa a los cazas alemanes.
La relativa seguridad de estar en altitud se vio comprometida por estos reveladores rastros de condensación o estelas de vapor. La Fuerza Aérea, trabajó para encontrar una solución y descubrieron que ciertos compuestos ácidos inyectados en el escape eliminaban la estelas.
Esta solución estuvo disponible después del final de la guerra pero quedó inmediatamente obsoleta, con la implantación generalizada del radar, que permitía «ver» los aviones independientemente de la hora del día o del clima.
La era de la aviación a reacción
Los aviones comerciales de gran altitud de la posguerra, normalmente operaban a unos 25.000 pies. Sólo el Boeing 377 de baja producción, y todavía propulsado por hélice, podía elevarse por encima de los 30.000 pies y era operado comúnmente como un avión de pasajeros intercontinental. Debido a esto, rara vez se veían estelas de vapor antes de la década de 1960.
El año 1958 fue un año decisivo en la aviación comercial, Boeing presentó el 707 y Douglas el DC-8, mientras que un año después, Convair presentó el 880, impulsados por la nueva tecnología del turborreactor.
Los motores turborreactores de estos aviones funcionaban de forma óptima en el aire frío y enrarecido que se encontraba por encima de los 30.000 pies y se operaban habitualmente en estos niveles de vuelo.
En la década de 1960, las estelas de vapor se convirtieron en algo común en todo el mundo, especialmente a lo largo de las vías aéreas designadas entre las ayudas a la navegación terrestres, cuando la temperatura es lo suficientemente baja y la humedad lo suficientemente alta, los 5.000 litros de agua producidos cada hora por estos aviones se transforman en nubes de tipo cirro.
No es una estela química: un KLM 747-400 deja cuatro estelas distintas a su paso mientras sobrevuela Rusia. Imagen de Sergey Kustov.
Las verdaderas estelas químicas
El uso de defoliantes, agentes químicos o pesticidas, ha estado presente en la agricultura desde hace décadas, bien fuese para acabar con plagas de insectos, erradicar las malas hierbas y vegetación no deseadas en los cultivos.
Para la fumigación de superficies extensas, se ha venido utilizando aviones de pequeño o mediano tamaño, especialmente preparados con sistemas de dispersión y depósitos para tal propósito, volando a altitudes muy bajas para realizar el trabajo, del orden de los 30 metros o inferiores, sobre la superficie a fumigar, dado que por encima de esta altura, la dispersión del agente rociado, pierde concentración y, por tanto, eficacia.
Air Tractor AT-802, el mayor monomotor actual para esta función, fumigando un campo agrícola a baja altura.
Lamentablemente, también los defoliantes han sido en el pasado, utilizados con fines bélicos, como fue el caso de la guerra de Vietnam, donde el objetivo era acabar con la densa vegetación que ocultaba los movimientos de la guerrilla del Vietcong, mediante el tristemente famoso «Agente Naranja». Estas operaciones igualmente se realizaban a muy baja altura para que tuviesen eficacia sobre la capa de vegetación
Pulverización defoliante, parte de la Operación «Ranch Hand», durante la Guerra de Vietnam por un avión proveedor UC-123B. Durante esta guerra se utilizaron defoliantes y herbicidas, como el Agente Naranja, para eliminar las hojas de árboles y plantas.
Estas son las verdaderas estelas químicas, se hace complicado pensar que un avión volando a 10 kms de altura o más, pudiese tener alguna efectividad propagando algún agente para afectar a la población o al clima, sobre la superficie que sobrevuela, los vientos en altura, la congelación, la dispersión a causa de los vientos, harían impensable semejante «tarea», cuando realmente, se requiere volar muy bajo para obtener los resultados deseados.
Cuando un avión sí «descarga algo»…
Combustible
A veces – muy escasas-, es necesario descargar combustible para que un avión alcance un peso de aterrizaje seguro, usualmente durante una emergencia.
En eso sí tengo experiencia personal, cuando tras un despegue con fallo de motor desde Lima, eyectamos 30tn de fuel sobre el Pacífico. El combustible se dispersa y se evapora antes de tocar el suelo – o el agua-.
No es un «chemtrail»: este B-777 de Saudia arroja combustible sobre Nueva York después de declarar una emergencia. Foto de Mark Hsiung.
No es un «chemtrail»: este Boeing 737-500, tenía demasiado combustible en los tanques de sus alas. Mientras se movía durante el despegue, una pequeña parte se escapó por las rejillas de ventilación. Foto de French Frogs Airslides.
Estelas de condensación «Contrails»
Cuando la humedad es muy alta y el viento flojo, las estelas de los aviones en ruta – foto- permanecerán durante horas.
En condiciones de humedad moderada, las estelas pueden durar sólo unos segundos, ya que el hielo es absorbido por la atmósfera en un proceso conocido como sublimación.
Si la humedad es muy baja, el vapor de agua será absorbido inmediatamente por la atmósfera dejando el cielo libre de estelas de vapor.
Aunque los motores producen numerosos compuestos químicos a partir de la combustión del combustible para aviación, el único que se puede ver en altitud es el agua en estado de congelación – cristales de hielo-.
El combustible que se quema en estos motores es Jet-A, similar al queroseno, el diésel y el combustible para calefacción doméstica, pero formulado específicamente para uso en aviación, y las condiciones ambientales extremas que son rutinarias en cada vuelo.
Estos cirros «artificiales» reflejan la luz del sol durante el día y enfrían la superficie. Por la noche, tienen el efecto contrario, estas nubes reflejan el calor que se escapa y limitan el descenso de las temperaturas de la superficie, estas estelas son visibles en las rutas ATC (aerovías) que cruzan nuestros cielos.
Este es el auténtico efecto sobre el clima, no intencionado, por otra parte.
Estelas de condensación en condiciones ideales para su formación: alta humedad y escaso viento generan cristales de hielo que permanecen horas en el cielo.
Estela de turbulencia a baja altura
En raras ocasiones, a baja altitud, cuando la humedad es próxima al 100% una aeronave puede generar otro tipo de estelas.
Esta se ve comúnmente en aviones que aterrizan o despegan en condiciones de poca visibilidad – nubes bajas- o alta humedad. El plano (ala), genera un área de baja presión sobre su superficie que es un componente de la sustentación que produce. Debajo del plano hay un área de mayor presión que, a menudo escapa a la superficie del mismo, en las puntas y entre las secciones de los flaps.
Cuando esto ocurre, se genera un vórtice, que también es la fuente de la estela turbulenta. La presión del aire en estos vórtices es inferior a la de la atmósfera circundante y con una caída en la presión del aire, habrá una caída correspondiente en la temperatura.
Si la temperatura cae por debajo del punto de rocío – temperatura a la que la humedad es visible -, el agua saldrá de la solución, es decir, se condensará y tendrá la apariencia de una nube o niebla.
El espectacular resultado es una nube tubular que sale de entre los flaps y también se puede ver en las puntas alares, en las puntas de las hélices o cubriendo la parte superior del plano, en el área de baja presión.
Despegue con alta humedad de un B-777, espectacular estela de condensación. Chicago O’Hre Plane Spotting.
La controvertida «siembra de nubes»
El uso del yoduro de plata para provocar precipitaciones o evitar que se forme granizo es un procedimiento relativamente sencillo que lleva décadas en uso, se pueden emplear diversos métodos para hacer llegar ese yoduro de plata a las nubes, desde pequeños aviones, cohetes (muy similares a los fuegos artificiales clásicos) e incluso drones.
La técnica de la siembra de nubes consiste en introducir en las mismas, una vez formadas, elementos como el yoduro de plata, que facilitan la formación de gotas de lluvia y su posterior precipitación.
Un técnico prepara la carga de yoduro de plata, clorito de sodio y clorito de potasio que llevará un avión para un experimento de siembra de nubes en Bangalore (India), el 21 de agosto de 2017 (AFP / Manjunath Kiran)
Todas las pruebas que se han efectuado para la manipulación de la nubosidad han ido enfocados a aumentar la cantidad de precipitación, o en su defecto a reducir los daños que esta pueda provocar en forma de granizo.
No está documentado ningún tipo de experimento para provocar sequías, obviamente, eso va en contra de toda lógica humana, y su uso como «arma», no deja de ser propio de la ciencia ficción.
Por otra parte, los resultados con yoduro de plata, nunca han sido concluyentes. Además, todo esto siempre se efectúa a escala muy local, ya que debido a la naturaleza y composición de la atmósfera es absolutamente inviable interferir en ella para cambiar los patrones de circulación o generar lluvias a escalas masivas, aunque eso no impide que países como China, India o Argentina sigan probando esta solución.
La teoría de la conspiración. Conclusión
La «religión» de los seguidores de las estelas químicas, considera que todas estas explicaciones plausibles sobre las diferentes estelas producidas por los aviones, no son subproductos del motor (o de los planos) del avión, sino una acción deliberada del gobierno(s), o de un ente supranacional que los controla para modificar el clima o inocular alguna substancia a la población.
La conspiración lo es a instancias de dicha entidad(s), y es implementada por el ejército(s), las aerolíneas de medio mundo, las compañías petroleras, de software, de IA, o farmacéutica… y los cientos de miles de empleados que sumarían entre todas estas entidades.
Este movimiento denomina a estos cirros creados por el hombre «chemtrails» y afirma ser capaz de identificar la diferencia entre ellos y las estelas de condensación habituales, también identifica los días en que el programa (mundial) está en funcionamiento, las áreas de «irrigación» y los equipos adicionales instalados en las aeronaves.
Dicho movimiento, es un grupo de personas que desea ser engañado y está impulsado por un grupo muy pequeño, que debe sin duda, disfrutar del engaño y su difusión masiva a través de las omnipresentes redes sociales, utilizando fotografías manipuladas de sondas estáticas de aviones, de tuberías de cocina presentadas como aplicadores de estelas químicas, etc, e historias de personas que dicen ser mecánicos, pilotos y trabajadores de rampa de aeropuerto, que avivan los fuegos que estas personas consideran verídicos. Algunos incluso han creado «predicciones de estelas químicas» basadas en datos meteorológicos reales.
Cuentan incluso con el testimonio de personas que viven en zonas rurales cercanas a las estaciones de ayudas a la navegación en tierra (grandes antenas) que, influidas por esta «fe», sienten que están en el punto de mira debido al volumen de aviones que observan sobre sus cabezas, cuando, el número de estelas de vapor que observan se debe precisamente a su proximidad a las estaciones mencionadas y las variaciones de rumbo que se suelen efectuar sobre las mismas.
Otros «testigos», afirman sentir efectos inmediatos de estos «chemtrails», producidos a diez kilómetros de altura. Sin embargo, en realidad, la condensación suele ser rápidamente eliminada del área por los vientos en la atmósfera superior, que normalmente soplan a más de 150 kms por hora.
Estos «conspiranoicos», se fijan en cualquier detalle minúsculo, para apoyar sus teorías, pero no reconocen lo imposible que es mantener una conspiración, cuando para ello serían necesarios cientos de miles de personas, decenas de aerolíneas y numerosos departamentos oficiales de países diferentes colaborando en todo el mundo – lo que sí sería de por sí, un hecho destacable e inusual-.
El engaño no lo cometen los gobiernos ni todos los organismos pretendidamente involucrados, sino un grupo claramente pequeño de personas que disfrutan del juego y alimentan la conspiración «mas grande del mundo» que no lo es, las «víctimas» seguirán buscando su sesgo de confirmación, eliminando toda aquella información verídica que no reafirme su «fe», y es que cuando entramos en el terreno de las creencias personales, dará igual cuanta información técnica y lógica se provea, nada cambia para ellos, porque es lo que quieren creer.
Interruptor «Chemtrail» provisional en uno de nuestros B737
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